Recuerdo que, por ahí de los 10 años, el plan de verano ideal consistía en pedirle a mi mamá que me llevara al Sanborn´s de la Costera Miguel Alemán, en Acapulco, a comprar tres o cuatro libros que pudiera devorar (si quiero continuar con la historia debo aceptar que era fan número uno de Danielle Steel. Bueno, al menos leía, ¿no?). Recuerdo también que lo único que odiaba de comprar noveluchas sentimentales y merengosas –término con el que bauticé a la obra de la Sra. Steel cuando cumplí los 13, después de que Fitzgerald me desvirgó, literariamente hablando–, era el formato de libro de bolsillo. Tuvieron que pasar años para que me acostumbrara a las páginas rugosas y al contacto sonoro, casi enervante, de mis dedos con la hoja. «Cosas que pasan, horas de lectura, de traumas de niñez, sí. Y de terapia, Dr. Freud».
En mi eterna búsqueda de la edición perfecta aprendí a valorar este formato rústico que a tantos incomoda. Aprendí, igualmente, a no conformarme con primeras opciones y buscar belleza en el ‘empaque’. No creerían la cantidad de obras impresas en paperback que he encontrado y que exhiben un arte envidiable en sus portadas.
Fetiche-ando busca rescatar el concepto del libro como objeto que embellece; una edición que emocione verdaderamente no sólo por su contenido, sino por la forma en que es presentada al mundo. Algo así como una mujer hermosa, sofisticada y con un IQ de 160 (ay, güey).
Esta semana escogí War and Peace de Leo Tolstoy (sí, ya sé, León Tolstói en español). La traducción al inglés, de Richard Pevear y Larissa Volokhonsky, es realmente buena: el lenguaje logra la fluidez que persigue cualquier traducción, además de ser moderno y cero rebuscado. Digamos que es un regalo, fiel al texto original, que atiende las necesidades del lector del siglo XXI.

En el arte existe un balance. Los colores de la tipografía en el título se imponen: ¿qué hay más claro cuando queremos poner en evidencia un juego de oposiciones que el blanco y el negro? (Recurso trillado que en este caso funciona a la perfección). El azul que impera en la portada es frío, pero al mismo tiempo da una sensación de calma, de la paz misma que se contrapone a la guerra y al rojo del lomo.
La edición le hace honor a la serie a la que pertenece: Vintage Series de Random House. Estamos frente a un clásico con portada old school: un marco ornamentado que le da, justamente, el toque francés que el Napoleón del texto amerita. Una especie de cover á la Marie Antoinette, de Sofía Coppola, en una versión más austera, aunque no por eso menos bella.
Compré este libro en Barnes & Noble por 17 dólares; también existe la opción de comprarlo usado a 9.99 o en Hardcover por unos dolaritos más.
Así que ya saben: ¡A llenar sus libreros de ediciones con portadas dignas de un certamen de belleza! (Sin olvidar que el contenido es lo más importante. No se me vayan a desviar, compadres).